Identifique con claridad y precisión qué lo asusta (la soledad, la exclusión, el rechazo, el abandono, la burla, etc.).
Observe cómo es el aspecto suyo que siente ese miedo, es decir, cómo es su aspecto temeroso. Si puede dibujar, sobre un papel o mentalmente, la figura humana que mejor lo refleje, eso lo ayudará a percibir mejor las características de su aspecto miedoso.
Imagine que ese aspecto está delante de usted y observe qué reacción emocional tiene al verlo y qué opina de él. Y dígaselo como si iniciara un diálogo. Al hacerlo estará encarnando el papel del evaluador interno del aspecto miedoso.
Una vez que se ha expresado desde ese papel, imagine que puede ponerse, por un instante, en la piel del aspecto temeroso y vea cómo se siente al escuchar lo que el evaluador interno le ha dicho.
Fíjese, además, qué es lo que necesitaría recibir, en palabras y en acciones, de parte de su evaluador, para sentirse genuinamente ayudado a crecer y fortalecerse.
Continúe este diálogo interior todo el tiempo que necesite hasta que ambos personajes recuperen el vínculo de cooperación eficaz que les corresponde por ser miembros del mismo equipo.
Recuerde que usted está constituido por los dos. Trate de familiarizarse con ellos a fin de reconocerlos en su vida diaria, cada vez con más facilidad y rapidez, en qué momento está actuando desde su aspecto temeroso, cuándo lo hace desde el evaluador interno, y cómo es, momento a momento, la relación entre ambos.
Cuanto más solidaria y cooperativa se hace esa relación, más se disuelve el miedo disfuncional.
Aunque en una situación evalúen que la amenaza los desborda y decidan retirarse, esa retracción deja de ser conflictiva.
Si uno no comprende el miedo y es impaciente, suele creer que la retracción siempre significa fracaso. Sin embargo, cuando la retirada surge de un acuerdo interior, no la experimentamos como fracaso sino como parte del derecho que nos asiste a elegir las condiciones más propicias para nuestro desempeño.
El I Ching dice al respecto: «No es fácil entender las leyes de una retirada constructiva. [...] Saber emprender correctamente la retirada no es signo de debilidad sino de fortaleza.»
En la medida en que uno se ejercita cotidianamente en el arte de llevar a cabo estas tareas psicológicas interiores, el miedo recupera su perdida dignidad original y vuelve a ser la valiosísima señal de alarma que es.
Norberto Levy :La sabiduría de las emociones
1 comentario:
hola , soy marlendietri. me encantó tu nuevo blog¡¡ felicidades¡¡¡¡¡¡¡¡
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