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domingo, junio 15
Avaricia en el país de las maravillas
Pocos defectos resultan más antipáticos que la avaricia. Una persona puede ser del estilo tonto y la soportaremos con indulgencia, pero si es avara la despreciaremos. Los avaros son, literalmente hablando, negativos e inaguantables por donde se los mire.
La avaricia, nunca, pero nunca, va en directa proporción al capital que se posee. La persona avara puede contar con un patrimonio descomunal, pero siempre demostrará su tacañería en los detalles más importantes y en los pueriles también:
Acudirá al hotel más berreta.
Consultará al médico que menos le cobre.
Jamás comerá atún (siempre caballa).
Buscará precios con avidez de sedientos.
Irá hasta la otra punta de la ciudad para conseguir huevos unos centavos más baratos.
Nunca dará propinas.
Nunca tendrá médico de cabecera, psicólogo, masajista, pedicuro o coiffeur.
Tomará taxis sólo si el estado de necesidad así lo exija, pero llorará durante todo el trayecto, mirando fijo el reloj.
Se auto-teñirá el cabello, con las consecuencias habituales: las raíces marcarán un surco llamativo que la mezquindad logra señalar.
Nunca visitará una casa que venda comida, nada de esos productos que resultan más baratos cocinados en casa.
Nunca comprará libros o revistas: ¿para qué, si siempre hay alguien que los compra? El sabor de pedir prestado y no desembolsar un céntimo es uno de los placeres más supremos.
Cualquier lugar es apto para ejerce la avaricia pero los más comunes son los supermercados, las casas de comida, pilcherías(tiendas de ropa) y servicios en general. Nada, jamás, le parecerá lo suficientemente barato. Su billetera será un monedero metido dentro de otro más grande que, a su vez, estará metido dentro de otro y así, sucesivamente, como muñecas rusas, resultando tarea ardua tener contacto con el dinero.
La avaricia es un deporte que dura toda la vida. Desde la lactancia hasta la muerte.
Y, finalmente, para pensar: ¿por qué Dante en La Divina Comedia habrá puesto a los avaros y a los pródigos juntos en el mismo círculo del infierno?
Material extraído y adaptado de Mundo Marido de María Rita Figueira
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