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sábado, noviembre 12

EL SECRETO DE LA ETERNA JUVENTUD POR BERNARDO STAMATEAS


EL SECRETO DE LA ETERNA JUVENTUD POR BERNARDO STAMATEAS

LECTURA: MATEO 8:5-13

Una cosa es ser, otra parecer y otra, muy distinta, sentirse viejo.
Mirando a las personas en distintos lugares descubrimos cuán avejentada, agotada y cansada está; personas de veinte, treinta o cuarenta años parecen haber vivido doscientos, trescientos o cuatrocientos años.
La Biblia dice que “ Dios nos saciará de larga vida, que seremos como las águilas y reverdeceremos.”
Hay tres maneras de ser, que envejecen:
1° El desorden, envejece.
El desorden en cualquier área de la vida trae tinieblas, opresión, complicaciones.
Cuando formás una familia y no pasás tiempo con tu esposa, esposo, o tus hijos, vivís desordenadamente.
Se hizo una investigación en los países que son potencia mundial (Suiza, Holanda, Canadá, EE.UU., Italia, España, etc.) a fin de conocer los tres valores más importantes para ellos y son: limpieza, orden y puntualidad. Hábitos que son fáciles de observar cuando se tiene la oportunidad de viajar.
La misma estadística se realizó en Latinoamérica y es lo que menos se observa.
La palabra “orden” nos molesta a los latinos, especialmente a los argentinos, porque lo asociamos al régimen militar, a represión, todo lo que impide la libertad y no nos deja ser uno mismo, leyes injustas y sin sentido, a obsesiones o personas perfeccionistas. Porque nos molesta, entonces vivimos desordenadamente: desobedecemos la Palabra de Dios cuando lo recibimos como nuestro Señor, tiramos al piso cualquier papel, estacionamos donde está prohibido, nunca llegamos a horario ni tampoco permanecemos hasta el final.
El desorden envejece en lo económico, en lo personal y en lo espiritual. En cambio,
El orden siempre rejuvenece.
Dios es un Dios de orden, jamás se mueve en la confusión.
Jesús se encontró con un centurión romano, un hombre de mucho dinero que tenía un criado enfermo.
Los judíos fueron a pedirle a Jesús para que lo ayudara (porque él les había puesto una sinagoga) y el centurión le dijo: “ Señor, yo no soy digno de que vengas a mi casa, yo también soy un hombre bajo órdenes.”
Vio que Jesús era ordenado y le dijo: “Señor, yo también soy ordenado, tengo gente a la que le ordeno “ve, y va” ,“ven, y viene”, di sólo la Palabra, ordena, y la Palabra lo sanará.” Entonces Jesús dijo a la multitud: No encontré a nadie con tanta fe.
El orden libera mayor fe.
Debemos ser ordenados en todo, en lo afectivo, lo sexual, lo económico.
Hay gente que compra mucho, no hace números, no se sienta a planificar, no razona y gasta de más, vive desordenadamente, entonces Dios no la bendice. El desorden trae confusión.
El orden nos hace conocer el futuro.
Le dijo: Di la palabra y mi criado sanará .
Un hombre que camina bajo orden sabe que en su futuro habrá sanidad, prosperidad, restauración.
David decía: “Ordena mis pasos con tu Palabra, Señor, quiero sintonizarme, hacer lo que me decís que haga.”
A más orden, más velocidad.
2° Hablar mal, envejece.
Vemos a gente joven que están cargados, oprimidos, angustiados, no tuvieron una hora de felicidad en sus vidas y envejecieron antes de tiempo porque hicieron silencio. Hablar mal envejece. Salomón dijo en Proverbios 18:21: En la lengua hay poder de vida y de muerte, quienes la aman comerán de su fruto.
Vivimos de lo que hablamos no de nuestro trabajo.
Debemos hablar bendición, éxito, prosperidad, victoria, en forma positiva, palabras de fe, porque de aquello que hables vas a comer.
¿Por qué perdiste el trabajo? “Por hablar”.
¿Por qué abriste una puerta? “Por hablar”.
¿Por qué ganaste a un amigo? “Por hablar”.
¿Por qué ganaste un enemigo? “Por hablar”.
¿Por qué alejaste a gente valiosa? “Por hablar”.
La vejez o lo juventud está en el hablar.
El centurión le dijo: Di una palabra de fe y mi siervo sanará.
Una palabra puede traer sanidad, abrir una puerta, bendecir: “ Todo lo que hagamos nos saldrá bien” “Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”.
Una palabra positiva asegura un futuro de victoria.
3° La falta de sueños, envejece.
El agua tiene tres estados: Líquido (natural), Sólido (cubitos-heladera) y Gaseoso (al hervir).
Dios es un Dios en tres personas, uno pero son tres; es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Yo soy padre, esposo e hijo: tres en uno.
1° Dios Padre, planifica.
El Padre quiere darte todos los sueños que están en tu corazón, los planificó antes de tu nacimiento. Esos sueños fueron para dinamitar la mente, aunque son imposibles de hacer.
Dios le dijo:
“Noe, te hice nacer para que hagas un barco, antes de que llueva.”
“Moisés, te hice nacer para que liberes a mi pueblo.”
“Nehemías, te hice nacer para que edifiques una ciudad.”
Los sueños dados por Dios son más grandes que tu mente, desafían tu capacidad y planifican imposibles.
Los hermanos Wright se congregaban en una iglesia metodista, pero a ellos Dios les puso el sueño de inventar el avión. Uno de ellos se murió pero el otro dijo: “Si este sueño está en mí voy a seguir.” Y gracias a ellos, que tuvieron un sueño que rompió todo límite establecido, hoy volamos.
Un joven de diecisiete años que era ciego tenía el sueño de escalar montañas, su padre lo llevó y le enseñó a tocar la huella en la nieve que él dejaba y para que la siguiera, así el joven sin vista llegó a escalar la montaña.
Todos queremos romper los límites.
Por eso hay personas que toman deportes de riesgo, la dificultad aparecerá cuando nos arriesguemos a tomar lo que no tiene botín. En EE.UU. hay un hombre que no tiene brazos y se maneja con los pies: se prepara el café, se baña, se viste, maneja su coche, trabaja en la CIA; es el único en EE.UU. que tiene permiso para conducir con los pies. Rompió sus límites.
Dios planificó todos los sueños grandes que hay en tu corazón en cada detalle, y escribió en su libro los detalles de tu éxito.
El sueño de tu empresa, el día, la hora y las personas que te bendecirán.
Dios planificó el día, la hora y la oración de tu sanidad.
El Padre tiene todo calculado, planificado; tu éxito está asegurado porque te ama y cree en vos.
Jesús mandó a los setenta a predicar y de regreso le dijeron: Señor, hasta los demonios se nos sujetaban.
Jesús empezó a dar vueltas de alegría y dijo: “Yo veía a Satanás caer como un rayo.” Los mandó a hacer algo que nunca habían hecho porque creía en ellos.
Antes del triunfo, Jesús cree en nosotros, nos ama y planifica lo grande de nuestra vida.
2° El Hijo paga.
No sirve decir que Dios planificó todo y no tenés dinero.
El Hijo es el que pagó: tu salvación, tu sanidad, tus sueños están pagados.
Si tu sueño tiene un costo de un millón de dólares, Jesús lo pagó en la cruz, está cancelado.
Cuando expiró en la cruz dijo: “Consumado es”, es decir: “Todos los sueños que el Padre planificó los he pagado con mi vida.”
Todo lo que te propongas está pagado por el Rey de la Gloria; Él se hizo maldición para que yo no tenga maldiciones; se hizo pecado para que yo no tenga pecado; bajó a los infiernos para que nunca lo conozca; cargó mis enfermedades y por sus llagas yo viva sano; se hizo pobre para que yo sea enriquecido, murió desnudo para que yo viva abrigado; dio su vida por mí para que yo tenga la vida eterna. Él pagó todo, todo, todo.
El Padre planificó, el Hijo pagó.
Leía, que lo primero que enseñan para aprender a nadar es hacerse amigo del agua, haciendo la plancha. Cuando te metas en el río de Dios, hacé la plancha.
La plancha es: “Confiar” porque “Todo está pagado”.
“Confiad, Yo he vencido al mundo, todo lo que pidas al Padre él te lo dará, porque yo ya lo pagué, todo está pagado”.
Napoleón estaba perdiendo en la guerra, le dijo al cornetista (que conocía cuarenta y tres sonidos) que toque retirada.
El cornetista lo miró y le dijo: “No sé tocar retirada.”
“Toque otra cosa”, respondió Napoleón.
Y tocó avanzada, y cuenta la historia que ganaron.
Nuestro Dios no sabe tocar retirada, Él dio su vida e hizo sonar en los cielos la trompeta de “avanzada”. El Dios que servimos nunca ha perdido ninguna batalla.
3º El Espíritu Santo es el que construye y ejecuta con nosotros.
Él es el constructor nos ayuda para lograrlo.
El Padre está en el cielo, a Su diestra está el Hijo y el Espíritu Santo está en la tierra, descendió para estar con nosotros todos los días.
El Espíritu Santo nos acompaña a cada momento, cuando estamos tristes, enfermos, o no sabemos qué hacer, nos enseña, nos da los contactos y la llave que abre la puerta que está cerrada.
Donde abundó el pecado, el Espíritu Santo hace sobreabundar la Gracia.
Pensá en el peor pecado que cometiste, ahora pensá en lo opuesto, eso es lo que el Espíritu Santo te dará, porque donde abundó el pecado sobreabundó lo opuesto.
Por ejemplo, si tuviste intento de suicidio el Espíritu Santo te llenará de tanta vida que arrebatarás a la gente que se quiera matar.
Si fuiste infiel, el Espíritu Santo te hará la persona más fiel; si fuiste manipuladora y mentirosa, Dios hará que te busquen por tu honestidad y verdad.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo trabajan en equipo.
Hay tres maneras de rejuvenecer con el Espíritu Santo:
1° El está con nosotros.
Cuando hablo a alguien de la fe, el Espíritu Santo le explica y revela lo que le estoy diciendo, trae luz y la persona es ganada para el reino.
2° El está en mí, dentro mío.
Digo: Espíritu Santo lléname de ti.
Cuando el Espíritu Santo te llena, es para vos, cuando te acompaña, es para hablar a otros, conectarte y construir.
3° Está sobre mí.
Es lo más poderoso: “ Y recibiréis poder cuando sea derramado sobre vosotros (afuera)”.
El Espíritu Santo es como el agua y cuando “está conmigo”, yo doy de beber; cuando le digo que “me llene”, tomo de su agua, pero cuando le digo que esté “sobre mí”, me rodea para cumplir el sueño a Dios.
Y recibiréis poder, y derramaré mi Espíritu sobre toda carne y cumplirán mi sueño, dice el Señor.
Todo lo planificado, está pagado, el Espíritu de Dios está con nosotros y todo lo que hagamos nos saldrá bien.
El Padre planificó salvarme,
el Hijo pagó la salvación,
el Espíritu Santo me cambia.
El Padre planificó sanarme,
el Hijo pagó mi sanidad y
el Espíritu Santo me sana.
El Padre planificó mis sueños,
el Hijo pagó mis sueños y
el Espíritu Santo ejecuta mis sueños.
El Padre está en el cielo,
el Hijo gobierna con el Padre,
el Espíritu Santo está conmigo, en mí y sobre mí.
“Está conmigo” para ayudarme a construir, “Dentro mío” para darme el gozo de Dios, “Sobre mí” como un perfume, para que vuelva a cumplirse el libro de los Hechos ( 2, 3 y 4) y consumemos el sueño a Dios.
Dios nos rejuvenecerá, sacará años de desorden, de hablar mal, de cargas y de falta de sueños. Nos dará orden en todas las áreas, hablaremos palabra de vida, flotaremos en el río de Dios y todo ha sido hecho para nuestra victoria.

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