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martes, enero 19

Los gnomos



Los GNOMOS :
Denominación extraída del Griego, genomos, o «el que vive dentro de la tierra». La variedad de estos Espíritus de los Elementos es, como en todos los demás, tan grande que abarca desde ciertos monstruos (que así podríamos llamarlos basándo­nos en el latín, en el sentido de prodigios o altera­ciones de lo normal, y siendo para ellos la tierra sólida el ámbito en el que se mueven, como para los humanos lo es el aire, no encuentran otra resis­tencia en las más duras rocas, que nosotros ante las ráfagas de viento), hasta los pequeños enanos que refleja el folklore de todos los pueblos. De los pri­meros podemos decir que están en continuo movi­miento, en expansión y retracción, pudiendo alcan­zar tamaños semejantes al de los más grandes mamíferos conocidos. Los segundos, de aspecto humanoide, no suelen levantar del suelo más de un par de palmos.

Estos últimos son los más conocidos: enanos u hombrecillos inocentes, bondadosos y crueles co­mo los niños. Carecen de toda conciencia ética y no podríamos decir de ellos que son buenos ni malos.

Traviesos por naturaleza, gustan burlarse de quienes los buscan torpemente y son, en cambio, sumisos servidores de los verdaderos Magos. Aun­que los tiene que haber de ambos sexos, ni las narraciones ni mi propia observación registran hembras. El aspecto suele aparentar una edad madura, aunque no representa lo que nosotros lla­mamos edad, pues viven siglos y no conocen, como nosotros, los estados de niñez, adultez y vejez. Sus apariencias son siempre las mismas.

Salvo la cabeza, grande en relación al cuerpo como en el caso de los enanos humanos, son bien proporcionados.

Van siempre vestidos y parece ser que, sobre un patrón de ropa a la manera campesina, copian las modas humanas que les son contemporáneas cuan­do nacen, y así las guardan todos los siglos que duran sus vidas. No existe apariencia de desgaste en dichas ropas, aunque no dan la sensación de ser nuevas sino arrugadas y ajadas como si fuesen muy viejas, pero indestructibles.

Aun en los mayores grados de materialización, obtenidos tan sólo en condiciones especiales y en lugares no frecuentados por los humanos, no emi­ten sonidos ni los perciben.

Huyen del Sol y aman la luz de la Luna, de los pequeños candiles y de las luciérnagas.
Apacibles, suelen estar mucho tiempo inmó­viles.

Los hay no mayores que la altura de un puño, no más altos que un pulgar, como dicen los cuentos para niños. Estos son muy difíciles de percibir por los adultos, aunque ellos han de creer todo lo con­trario, pues en presencia o cercanía de los humanos se esconden tras las cosas, en los rincones menos iluminados o, aprovechando su poder de pasar a través de la materia, en los cajones de los muebles que no han sido abiertos en mucho tiempo.

Gustan de la cercanía de los niños y les sugieren lugares y posiciones para sus juguetes, bailes y cantos, ron­das y juegos de escondrijos. Traviesos, hacen encantamientos psíquicos que evitan a los adultos el hallar pequeñas cosas como ser lapiceros, gafas, agujas, clavos. Retirado el velo, se divierten viendo cómo se encuentran las cosas perdidas, a veces en lugares distintos a los que estaban, lo que presu­pone en ellos una cierta posibilidad de traslación, aunque es mucho más corriente que sus propios encantamientos, unidos a los desconciertos, angus­tias y apuros que provocan sus travesuras en los humanos, hagan que sean las mismas personas las que llevan el objeto en la mano y lo colocan en otras partes sin ser concientes de ello.

Los Gnomos u hombrecillos pueden, si lo desean, trasladarse con enorme velocidad y estar instantáneamente donde quieren estar. Y así, hacen pequeños servicios a los Magos que están en rela­ción de trabajo con ellos, como avisos en base a ligeros golpes dados en muebles, y otros que .vere­mos más adelante. A pesar de no tener un alma en grado de diferenciación, como la humana., logran la apariencia de ella bajo la influencia de un ocultista práctico que pueda comunicarse efectivamente con ellos.

Fuente: Jorge Livraga: Los espíritus elementales de la naturaleza

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