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viernes, octubre 28

QUEBRANDO LA FE FÓBICA POR BERNARDO STAMATEAS

QUEBRANDO LA FE FÓBICA POR BERNARDO STAMATEAS
Lucas 7: 33-36; 44 -50 La iglesia cristiana a través de su historia ha tenido diversas fobias:
1-  Fobia a lo nuevo. -Cuando salió la computadora los evangélicos fueron los primeros que dijeron que eso era “666, Satán”
-Al inventarse la radio fueron los primeros en atacarla.
-Cuando los hermanos Wight anunciaron a la iglesia la creación de un avión, los pastores fueron los primeros en oponerse diciendo: “si Dios hubiese querido que el hombre volara le hubiera puesto alas.”
-Yiye Avila, un predicador de Puerto Rico, decía que la televisión era la caja del diablo y que había que romper los televisores. En sus campañas la gente los traía de a miles y
los rompían de un mazazo. Ese mismo predicador hoy tiene cadenas de televisión y a través de su satélite realiza trasmisiones a todo el mundo.
-En Argentina, cuando los gobiernos subvencionaban a las escuelas, los colegios cristianos la rechazaron argumentando que el dinero no provenía de Dios y repetían: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.” Menos el ECEA, una escuela cristiana fabulosa que, hasta el día de hoy, recibe la ayuda económica del gobierno mientras que los otros colegios se cayeron a pedazos.
-Las iglesias echaban a las personas por tener el cabello largo; no permitían las cirugías, los trasplantes; las mujeres no podían usar pantalones; prohibían los jeans porque “eran unisex”; la psicología es satánica y estudiar también. Muchas personas han muerto por no ir al médico ya que les enseñaron que Dios los curaría.
La fe no es para temor sino para victoria.
2- Fobia a quererse así mismo. Si antes decías en la iglesia: “Yo me quiero, me amo”, te decían: “¡No! La carne tiene que morir, sos una basura, no vales nada, no servís.” No nos enseñaron a amarnos, cuidarnos, valorarnos.  ¿Si no te valoras, quién lo va a hacer?
Caminá con la frente en alto, decí: “Cristo está en mí, y tengo esperanza de gloria” “Todo lo puedo en Cristo”. Vemos a las mujeres cristianas avejentadas, sin arreglarse, porque les dijeron que no se cuiden. Y una cosa que nos asombró al viajar a Estados Unidos fue ver cómo visten
y se arreglan las mujeres cristianas.
¡Levantate! Estas preparado para toda buena obra, habilitado para toda tarea.
  1. Fobia al éxito.  “¿Éxito? ¡No...! Pobre, pero honrado.”
    Te enseñaron resignación: “Y…, Dios sabe, Él conoce todas las cosas”. “Estoy esperando en el Señor, porque sus tiempos no son mis tiempos.”
    La Biblia dice: “Hoy es tiempo de bendición, éste es el día que hizo el Señor, me gozaré y me alegraré en Él”
    Soñá, levantate y recordale al diablo que está vencido en la cruz; tomá la espada que es la Palabra y arrebatá tu sueño, no lo vendas.
    Cuando llegaron los españoles a colonizar estas tierras les dijeron a los indígenas que no podían soñar porque era ambición y pecado.
    Una persona con sueños nunca será manipulada por nadie, de lo contrario vivirá por los sueños de otro.
  1. Fobia a la gente.  “No te juntes con los del mundo”.
    La gente tiene prejuicio de los evangélicos porque primero los evangélicos tuvimos prejuicio de la gente.
    Jesús dijo: “Con la misma vara que medís serás medido.”
    Los cristianos tenemos prejuicios de los no cristianos como si el pecado fuera un virus contagioso; y Dios te puso entre la gente para que tomes autoridad y le prediques.
    La luz es para la oscuridad, para que alumbre y lleve una palabra de fe.
    Todavía hay pastores que creen que su función es pararse en un programa de televisión a exhortar y juzgar.
No somos un muro sino una puerta de bendición.
Tenés que ir a las fiestas, salir con gente no cristiana porque sos la puerta de bendición por donde la gente conocerá al rey. “Alzad oh puertas vuestras cabezas y entrará el rey de gloria, Jehová es el rey de la gloria”. Sacate todas las fobias porque tu Padre es dueño de los cielos y la tierra y te dio autoridad: “Todo lo que pise la planta de tus pies te lo daré.”
Cada movimiento en el Señor te pertenece; donde entras como extranjero mañana serás el dueño, Él  te puso
como cabeza y no cola, arriba y no abajo.
- Relaciónate con todos pero que nadie ministre tu alma y espíritu.
La gente no tiene nada para dar a tu mente ni a tu espíritu  porque fuiste creado para oír la voz del Señor.
Podés estar parado junto a ellos y no para que te trasmitan ideas sino para ser la puerta por donde el Espíritu Santo pase. Sólo tenés que abrirte y dejar que el Señor haga la obra.
- Permití que la gente te conozca.  Muchos tienen prejuicios, no entienden la fe, pero permití que conozcan tu corazón en donde está el amor del Padre y comunicalo. Tal vez te escuchen pero no se entreguen o, quizás alguien que esté cerca, sí entregue su vida al Señor.
Jesús estaba predicando: “El que viene a mí no le echo afuera, si está trabajado y cansado venga a mí y Yo le haré descansar. Llevad mi yugo porque mi yugo es liviano y mi carga ligera”.
Y una prostituta fue tocada por esa palabra.
Simón invitó a comer a su casa a Jesús, la prostituta, sin importarle nada, entró, tomó un frasco de perfume, lo rompió, lo echó a sus pies y los acarició.
Al fariseo le agarraron todas las fobias contra ella y pensó para sí: “Este no es profeta, ¡si supiera quién es la que lo toca!” Jesús dijo: “Simón, cuando vine no me besaste, ni me pusiste perfume. Y le contó: Había un hombre que debía quinientos mil y otro debía cinco, a ambos se les perdonó la deuda, ¿cuál de los dos es el que más amará?”
“El de quinientos mil”, respondió.
“Bien has juzgado, a esta mujer se le perdonó mucho por eso ama mucho.”
La prostituta liberó tres cosas:
  1. Su espíritu de conquista.  Ella tuvo una meta: llegar al lado de Jesús y no se detuvo. Era prostituta, mujer, no estaba invitada, era estigmatizada, pero pidió permiso y se tiró a los pies del Señor.
Cuando mantengas tus ojos puestos en Jesús llegaras a cumplir todos los sueños que hay en tu corazón y no habrá Simón, ni invitados, ni pobreza, ni enfermedad que te pueda detener,  llegarás a la meta porque hay un espíritu de conquista que Jesús soltará. 
La mujer era prostituta, no tenía estima, no sabía nada pero tomó el perfume y  expresó: “Yo puedo darle amor a mi Señor”. Sabía que Jesús no la echaría, ni abusaría, ni la criticaría, ni le pediría nada malo.
No importa que te hayan rechazado, abandonado, maltratado, podés dar lo que nadie te dio. El amor del Padre está en tu corazón, Él puso perfumes y amores para dar. 
  1. Su estima. Pablo dijo: “Si alguno se une al Señor un espíritu es con Él”; “De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan son herederos de Dios.”
    Levantá tu estima, podés lograrlo pero tenés que mirar a Jesús. No tenés que aclararle nada a nadie, vos sabés que vas “a adorar a Jesús”.
    Y ella tomó el perfume.
    Hay un perfume dentro tuyo que la gente necesita, ve donde otros no han ido y serás la puerta que suelte el perfume del Señor.
  1. Su agradecimiento.  ¡Nunca olvides de dónde te sacó el Señor!
    ¿Te lastimaron? ¿Te trataron mal? Dios nunca mira tu pasado para establecer tu futuro pero Él no quiere que te olvides de dónde saliste porque “al que mucho se le perdona mucho ama.”
    Nunca condenes a nadie, hoy parece que Simón es el mejor pero el que se llevará la bendición es el que tiene el espíritu de agradecimiento al Rey.
    Al que se le perdonó mucho, mucho ama; y el que se cree perfecto quedará como columna en la casa de Simón.
    La gente de fe busca una experiencia con Él, y ella dijo: “Me ungió.”
(El Espíritu Santo me dijo: “¿Te gusta cuando te lleno de mi?”
Le dije: “Señor, no hay nada más lindo que ser lleno de ti”.
Y Él me respondió: “También a mí me gusta cuando me ungís con tu amor, con tu alabanza y tu experiencia.”) Simón estaba mirando, quería conversar con Jesús pero la mujer se olvidó de todo, se echó a sus pies y dijo: “Vine a verle a Él”.
Jesús le dijo:
  1. Tus pecados son perdonados. No hay más condenación sobre tu vida, Dios te ve como si nunca hubieses pecado.
  2. Tu fe te ha prosperado. Todos los años y el dinero que perdiste en prostitución, tu fe te los devolverá.
  3. La paz te acompañará en medio de la tormenta.
Jesús se levantó y le dijo a Simón: “Gracias, porque vine a tu casa y no para verte a vos sino a ella. Me gusta cuando alguien me tira un beso, me levanta su mano y dice: “Papá te amo”, cuando me expresa su amor.
A esa gente me debo, a ellos libero, perdono, prospero, tiene paz, amo y me ama”.
Podés acercarte al Señor de cinco maneras (como dice en Isaías 9:6): “Es admirable”. Nos acercamos como al Rey es dueño de todo, es el que unge, imparte los dones, como el vencedor.“Es consejero”. Como amigo y hasta podés divertirte con el Señor, hacerle chistes.“Dios fuerte”. Es el guerrero para cuando necesitas victoria y ejercer autoridad en tus batallas.“Padre eterno”. Como papá o mamá cuando te sentís solo; cuando necesitas contar algo a alguien; cuando deseas que te abracen.“Como príncipe de paz”. Es el médico amado, cuando necesitas sanidad. El príncipe de las naciones, la estrella resplandeciente de la mañana, el que empieza y termina.David decía: “Fuera de Ti no hay bien que necesite”, porque David conoció al rey.Simón quería discutir por eso no pudo ver nada pero ella quería la experiencia con Jesús.
Simón estaba mirando los pecados de ella y ella sus propios pecados (porque cuando hablás del pecado de otro es condenación pero si hablás de tus errores es confesión). A Dios no le gusta los que hablan de otro sino los que dicen: “Señor, tengo tanto para agradecerte”.
La mujer sabía qué quería el Señor:
“Lo único que estoy esperando es que me tires un beso, que me ames y tengas un encuentro conmigo, que me adores”.

Pastor Bernardo Stamateas




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